Todo empezó así. Era la segunda semana de septiembre y la Luna Nueva hacía acto de presencia en el firmamento del IES. La oscuridad de la incertidumbre ocupaba vuestras mentes y también la mía: nuevos compañeros, profesores y alumnos, materias, aulas, horarios, tareas... Pero a medida que avanzaba el curso fuisteis/fuimos adoptando vuestra/nuestra fisionomía particular, el Cuarto Creciente.
Poco a poco, la luz invadía la mente con nuevos descubrimientos (previsibles o sorprendentes), nuevos conocimientos (más o menos necesarios), nuevas experiencias (amargas y dulces) y todo iba tomando forma. Estábamos a la mitad. El camino se acortaba. Clases, charlas, exámenes, tutorías, salidas, más clases, Italia, Sant Jordi, play-back, ¡más clases todavía!, *campanas, suficiencia, evaluaciones...
Ahora ya estamos. Tenemos la Luna Llena. ¿Pero hemos alcanzado la plenitud? ¡Por supuesto, que no! Siempre podemos crecer más, de eso trata este itinerario vital. Crecer hacia arriba, pero sobre todo, crecer hacia dentro. Iluminar el espíritu, ilustrar la mente. Queda un mundo por delante y, creedme, siempre es imprevisible. Llegarán, independientemente de los resultados de este curso, nuevas etapas, más luz, más lunas, a pesar de que nunca serán como este Cuarto Creciente que un día tuvimos la suerte de contemplar.
¡Espero de corazón que os vaya lindo en la vida!
Afectuosamente, Mario.
